viernes, 17 de abril de 2009

No oficial alemán al maíz transgénico MON810


La ministra federal alemana de Agricultura, Ilse Aigner, anunció esta semana su decisión de prohibir tanto el cultivo como la venta del maíz modificado genéticamente MON810, el único permitido en la Unión Europea y hasta ahora en Alemania. La política cristianodemócrata (CSU) justificó la medida aduciendo que existen suficientes indicios que apuntan a que el maíz MON810 “supone un peligro para el medioambiente”, negó que su decisión fuera de corte político y subrayó la base científica de la medida: “Las muchas preguntas abiertas sobre el uso seguro del único maíz genéticamente modificado permitido en Europa ponen en evidencia la necesidad de una investigación más profunda sobre el asunto”. La prohibición cuenta también con el apoyo del Ministerio de Medioambiente alemán, pero ha levantado ampollas en otros ministerios controlados por la CDU-CSU, como el de Educación e Investigación: tras conocer la decisión de Aigner, la ministra de Medioambiente, Annete Schavan (CDU), aseguró que la tecnología genética es importante para la estrategias de innovación tanto de Alemania como de toda Europa y dio a entender así que no compartía la medida.

Ilse Aigner destacó que hasta cinco Estados miembros de la UE ya habían prohibido de forma preventiva el cultivo y la comercialización del MON810: Hungría, Austria, Francia, Grecia y Luxemburgo tomaron la decisión antes que Alemania. El MON810, comercializado por el grupo estadounidense Monsanto, fue autorizado por la Unión Europea en 1998. El permiso comunitario venció en 2007 y hasta que las autoridades europeas no tomen una nueva decisión al respecto, el MON810 puede seguir siendo comercializado en la UE. En medio de ese vacío legal, la ministra alemana tomar cartas en el asunto y decretar una cláusula que prohíbe terminantemente seguir con el cultivo y la comercialización de esta variedad de maíz transgénico conforme a una norma de protección medioambiental recogida en el derecho comunitario. La medida viene precedida de intensas campañas en favor de la prohibición de este maíz transgénico llevadas a cabo por organizaciones ecologistas alemanas. El año pasado se cultivaron en Alemania alrededor de 3.600 hectáreas de este maíz transgénico.

A finales del pasado marzo el Ministerio de Agricultura alemán pidió a varias instituciones federales encargadas de la salud alimentaria y la defensa del consumidor que evaluaran el informe presentado por la empresa comercializadora Monsanto sobre la seguridad del cultivo del maíz transgénico. Aunque los resultados no arrojaron una posición unitaria sobre el asunto ni demostraron que el uso del maíz sea necesariamente perjudicial para el medioambiente o los consumidores, la ministra alemana considera que los informes tampoco descartan peligros en el cultivo del mismo.


Diversas organizaciones ecologistas alemanas aplaudieron la medida anunciada por el Ministerio de Agricultura. Greenpeace, por ejemplo, celebraba en su página web el anuncio con la expresiva frase “Bien hecho señora Aigner, siga así!”. Para la rama alemana de la organización ecologista es un hecho probado que “el repelente que contiene el maíz trasngénico MON 810 supone un riesgo para los insectos y las mariposas, así como para el ecosistema de la tierra donde se cultiva”. Pese a alabar la decisión de la ministra, Greenpeace considera que la decisión “llega tarde” y le pide a la política democristiana que vote contra la futura autorización de nuevos maices trangénicos similares al MON810 a nivel comunitario.


Otra de las organizaciones medioambientales alemanas importantes, NABU (Asociación para la Protección de la Naturaleza de Alemania), también saludó la iniciativa de Aigner, que calificó “como un gratificante cambio del rumbo del Ministerio de Agricultura”. Leif Miller, director de NABU, espera ahora la medida no sea simplemente “una táctica electoral” con la vista puesta en los comicios generales del próximo septiembre y exigió una prohibición a largo plazo de cultivos transgénicos para “evitar que la entrada de un nuevo Gobierno en Berlín levante la medida y corrija la actual medida”. Los Verdes y el partido de la Izquierda también aplaudieron la decisión de Aigner.


Con todo, la ministra alemana quiso dejar claro que su anuncio no significa un rechazo absoluto del Gobierno de Berlín a la llamada tecnología genética: “Me gustaría subrayar que la medida no se trata de una decisión definitiva con respecto a nuestra futura relación con este tipo de tecnología. Necesitamos investigaciones que constaten que se trata de técnicas seguras. El principio básico del uso práctico de la tecnología génetica debe comportar una garantía absoluta para la seguridad de personas, animales, plantas y del medioambiente en general”.


No en vano, el Ministerio de Agricultura alemán anució el mismo lunes que ha encargado a sus técnicos un documento estratégico sobre cómo reglamentar en el futuro el manejo de técnicas genéticas. De esta forma, Aigner deja entender que no descarta su uso en años venideros. En ese sentido, el Ministerio alemán destaca la importancia de la participación de expertos independientes en futuras decisiones sobre la autorización o la prohibición de cultivos y técninas de carácter trasngénico.


Parece evidente que el simple hecho de que los informes de especialistas no descarten de forma rotunda que este tipo de maíz no es perjudicial para humanos y el medioambiente justifica la medida del Ministerio alemán. Una decisión que en España sólo sería imaginable por parte de la izquierda, pues la derecha española parece seguir negándose a darse un cierto barniz europeizante que la pueda igualar a partidos conservadores como el alemán o el francés. Sólo un ejemplificante dato: en Hamburgo gobierna una coalición formada por la conservadora CDU y Los Verdes alemanes. En Alemania, el compromiso ecológico parece ir más allá de posiciones políticas y es aceptado por los partidos como una necesidad para el futuro. Mientras tanto, en España personajes como Aznar o Rajoy siguen negando que el cambio climático y el calentamiento global sean realidades.