martes, 18 de noviembre de 2008

RDA-arte contemporáneo chino: hilos invisibles

A veces creo que los lugares que vamos pisando a lo largo de nuestra vida están unidos por hilos invisibles. Creemos que los pasos que damos responden a nuestra libre voluntad pero en realidad seguimos inconscientemente caminos ya marcados.

Mi primer contacto con el arte contemporáneo chino lo tuve en el distrito 798 de Pekín. Cosas de la vida, y contra pronóstico, tuve la oportunidad de viajar por China durante dos semanas. El 798 se autodefine como un lugar “emergente, de avanguardia y trendy que acoge eventos culturales y artísticos de high-level”. Un espacio de moda, postindustrial y elitista, con cierto sabor underground, situado en el mismo corazón del Pekín postolímpico.

Curioso: el 798 fue diseñado a comienzos de la década de los 50 por ingenieros y arquitectos de la República Democrática Alemana. Es un trozo del legado arquitectónico socialista de la RDA (del que estamos cansados en Berlín) en el mismo corazón de Pekín. Esa conexión invisible debió de ser la que me arrastró hasta allí.

En el 798 se cuece parte del efervescente y cotizado mercado del arte contemporáneo de Pekín. Revistas, diarios, blogs, galerías, museos, catálogos de Europa y Estados Unidos aparecen plagados últimamente por artistas contemporáneos chinos. Li Wei, Cang Xin, Xiao Lu, Cui Xiuen, Zeng Fanzhi, Lee Pei, Zheng Guou, Zhao Zhao, Zhang Xiaogang, Yue Minjun. Nombres impronunciables altamente cotizados en el mercado mundial. Una tendencia alimentada por el segundo salto adelante que han supuesto los Juegos Olímpicos y por la atracción hacia lo desconocido que representa el gigante asiático, visto desde Occidente como un imperio emergente que seduce y aterra a partes iguales. Pero, ¿qué hay de arte real y de simple mercadeo en esa innegable tendencia?

De China nos llega mucha información, casi siempre propaganda positiva o negativa, casi siempre información interesada. Por eso cuesta contestar a la pregunta líneas arriba formulada. Liu Ding, director de JoyArt, un espacio-proyecto situado en el distrito 798 que acoge y promueve tanto exposiciones de artistas chinos como extranjeros, nos ayuda a analizar ese proceso:“En efecto, el arte contemporáneo chino forma parte del mercado global de arte, pero también es una especie juego que la nueva élite económica china utiliza para invertir el dinero amasado y construir simbólicamente una clase alta diferenciada de las masas. El aumento del interés occidental por el arte contemporáneo chino está directamente ligado al emergente papel que China juega como poder político y económico en el tablero mundial. El arte contemporáneo es utilizado por Occidente para intentar entender e interpretar al gigante asiático.”

¿Qué uso hace de ello el Gobierno chino?: “El Partido Comunista simplemente considera la existencia del arte contemporáneo chino como un signo más del proceso de apertura económica iniciado hace 30 años, pero ni lo promueve ni lo apoya. La escena sigue estando muy aislada. Además, son muy pocos los artistas que adoptan una posición crítica respecto a la actual situación social del país.”

¿Qué papel ha jugado y juega el distrito 798?: “Ese espacio dejó de ser underground a partir del año 2000. El 798 nació como una iniciativa de unos pocos artistas y galeristas que se ha ido convirtiendo poco a poco en un foco de referencia en la actual escena del arte chino. Ahora el Gobierno, que de forma ambigua ni apoya ni reprime esa escena, se aprovecha del espacio tras haberlo convertido en una de las paradas obligatorias en las guías turísticas."

¿Perspectivas?: “El futuro del arte contemporáneo chino es la formación y perfeccionamiento de una estructura y un sistema independientes que permitan el pluralismo y estimulen diferentes modelos creativos. Ese paso debería dejar atrás la existencia del arte como mero fenómeno mercantil."

P.D: las fotos del post son obras de Cang Xin y Li Wei, y fueron cedidas amablemente por la galería barcelonesa www.espace-ample.com.

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